miércoles, 2 de enero de 2013

Pensar en nada, ¡ja!

Te dicen que no pienses en "eso", que trates de hacer cosas por y para vos, que no está mal ser egoísta algunas veces. Te dicen que te relajes, que lo tomes como una experiencia para haber aprendido "algo", que no pienses más. 
Pero yo me pregunto, ¿cómo no pensar? Todo el tiempo pensamos, las neuronas no dejan de hacer sinapsis ni cuando dormimos, porque sino dejaríamos de respirar. Todo el tiempo el motor bombea, la máquina funciona, arde el carbón, la lámpara siempre está encendida. Y no nos damos cuenta, pero es así. Lo sabemos porque lo estamos pensando. 
Pensar en nada no es posible, porque pensamos la nada en sí. "¿Cómo será? ¿Será un enorme espacio blanco? ¿Será un agujero negro? ¿Hay gravedad?". La nada, nada más lejos de ser "nada". Porque la nada está tan pensada que tiene y es todo. La nada es todo.
No paro de pensar. Y te maldigo, como si creyera que vaya a funcionar para pensar en nada. Como si odiarte y quererte al mismo tiempo no fuera la cosa más contradictoria que me pasa, y vuelvo a pensar. 
Todo. Nada. Todo.

No hay comentarios: