Ay, octubre, cómo dolés.
Treinta y un días, lluvia, humedad asomando la cabeza, el calor, las noches de desmesura en lo considerado amor.
Las pro-me-sas del penúltimo día, la posibilidad de no haberlas creído pero fracasar -como siempre-, y una carrera sinsentido.
Correr, sin sentido.
Atrapaste-me, caí, creí, pensé, soñé, imaginé, idealicé, ideé, me ilusioné.
En segundos. Tic, tac, tic, tac. Escuchaba y no podía reaccionar. Sus palabras obviamente desesperadas, y una mirada que no sabía lo que buscaba, se notaba
tanto
su nosaberquéhacer...
(¿Y qué buscaba, en definitiva?)
Rompiste todo, octubre.
Me rompiste o tra ve z.
No hay comentarios:
Publicar un comentario