lunes, 21 de enero de 2013

El portazo

Se cierra la puerta en mi cara, y el aire me empuja pero no me caigo. El portazo me da equilibrio de una extraña manera, por alguna razón que quiero creer desconocer pero que en realidad conozco muy bien.
Necesitaba el portazo. Necesitaba lo brusco, la puerta cerrada de una buena vez, y tirarle la llave a algún felino guardián que corra lejos y no vuelva.
No quiero volver a pasar por la puerta, el clima cambia de un cuarto a otro, se vuelve frío, agotador, el río me pide remar con más fuerza, cada vez más, por el constante viento en contra, el amarillo del sol me ciega y es una agonía que parece eterna.
Pero ya la puerta está cerrada, y la llave, lejos. Camino hacia el lado opuesto buscando. Quizás otra llave que encontrar en otro camino, otra puerta para abrir, y que el paisaje esta vez no me haga llorar.

No hay comentarios: