miércoles, 27 de junio de 2012

C A R N E


Estímulo-Respuesta. La mecha. El placer.
Todo se incendia, todo se quema: afuera,
adentro, alrededor, las sábanas
¡y vos!,
que te hacés cenizas.

La piel.
La carne, sobre la carne,
la carne sobre la carne.
Dormir entre cenizas.




domingo, 24 de junio de 2012

Yo no sé nadar.



Me quiero meter a nadar ahí, en esa fuente donde todos flotan y parecen ser tan felices.
Quiero ir a caminar, "caminemos, amor (¿amor?)".
Quiero tirarme en el pasto y encontrarle forma a las nubes en el cielo, reírnos y robarte besos. "Dame un beso. Ya".
Y quiero rodar, y pensar que estamos solos, y caer en tus brazos, asfixiada por las risas y que me abraces y no me sueltes. "Abrazame, y no me sueltes".
Sentir la mordida animal y no desesperar. Guau.
Y de repente, me encuentro hablando bien de todo esto, casi como si me importara.
"No te resistas", me dicen. Pero me resisto, y no lo puedo evitar.
Todo tiene un límite. Yo no sé nadar. Ese es mi límite. Rompamos la fuente.

"Hoy puedo ver alrededor 
un tobogán sin escalón, 
besar tus pies en el sillón, 
dejarme estar, decir que no.

Tu mano en do, un boulevard, 
el desamor del funeral, 
tomar un tren, dejar pasar, 
pedirle a Dios un poco más
Es todo lo que tengo, y es todo lo que hay
Cambiar el Sol de tu lugar"

viernes, 22 de junio de 2012

Sonrisas fugitivas










 La ropa que cae tiene la suavidad de esa noche, cae la lluvia tibia del agua en el pelo, en la cara, en la espalda, y el vapor perfuma todo. Por un instante, vuelvo.
Cierro los ojos: me acuerdo. Se me escapa una sonrisa, y también las canciones.
Verme los brazos por primera vez desde entonces. Notar que esta vez tengo marcas moradas. También las piernas, que tiemblan un poco. Estoy destrozada. Pero sonrío más. 
Sentir la espalda relajada. Se me escapa otra sonrisa. 
La sorpresa fucsia y negra de la noche, y la otra también. Vuelvo a tener los ojos cerrados.
No puedo dejar de sonreír. Desde acá, te doy las gracias.


domingo, 17 de junio de 2012

Yo soy de mí

La pared escrita, un pensamiento de años: "yo soy de mí". 
Que el frío no te ciegue, no te confunda, ni te engañe (no hay que mezclar)
El recuerdo constante, y desear. 
Pero yo soy de mí. El egoísmo de antaño, la necesidad. Y desear.
Golpearse la cabeza contra la misma pared, no salir de ese lugar.
La estaticidad. Yo soy de mí. 
Pero también en su piel. Y también en la pared. 
Desear pertenecerle. Que el frío no te engañe más. 
Así siempre es mejor. Me pertenezco a mí. 
Te presto mitiempo/micuerpo/missonrisas/misbesos
Y nada más. Te lo presto, y devolveme ese ser que amo. 
Que el frío no te engañe: yo soy de mí. 


sábado, 16 de junio de 2012

Donde la lengua no llega

Donde la lengua no llega
como órgano
A otro órgano
ahí es donde te quedaste.

Atrapada en las ataduras
sin poder gritar
pero sintiéndome morir y explotar
Es una buena manera de morir.

La lengua no llega,
pero vos me llegaste.
Me callaste. Me mataste.
Un suspiro y resucito.

Abro los ojos, te miro.
Te sonrío y seguimos matándonos.
Y ahora
le toca a mi lengua llegarte.
Te voy a matar. Y me sonreís.


lunes, 11 de junio de 2012

Horrocruxes de vos

Cada tanto encuentro algo que hizo, dibujó o escribió. Y cuando aparecen esas cosas, la cicatriz me quema.
Dicen que hay que matar para dividir el alma, y él me mató, y en sus afectos están los trozos de él que éramos dos. Porque él también se mató. Pero no sabe, porque vive en sus dibujos y en sus cartas, y vive en los muñequitos y en las palabras que me dijo. Vive en mi cabeza y en la sangre que me corre las venas. Y vive en la flor que me alegra cada mañana (y la vida) con sus ojos extraterrestres y su sonrisa desdentada.
Pero, claro, él no sabe. Porque se mató. Y si yo tiro todo, él se muere. Y ya no quiero que se muera.
... pero tampoco quiero hacerlo más fuerte. Por eso lo quemo: como me quema la cicatriz.


miércoles, 6 de junio de 2012

Árboles

Me hacían llorar sus ramas. Pedían la libertad llamando al cielo, buscando el Sol. Pero sus raíces, ay!, sus raíces siempre en el mismo lugar. 
Pobres árboles, no se mueven de allí. Se agitan, dejan volar sus hojas, pero ellos no pueden volar. 
Los años le pasan, la tierra es la misma, las ramas se expanden más queriendo escapar, pero es igual.

Y entonces el cielo siente su pena, le da lástima el árbol, el sol cómplice que se escondió, y las nubes lo llueven, lo llueven, lo llueven. La tierra de ablanda, el árbol se saca ese, su vestido ajustado y al fin puede caer. 

Ese tronco muerto en el suelo es todo anhelo de libertad.