martes, 6 de septiembre de 2011

Los ojos

Siempre, pero siempre me interesaron los ojos de las personas.
Hay formas, colores, brillos, miradas que son tan únicas de cada ser.
Admiro especialmente los ojos color miel. Creo que al no ser ni verdes ni marrones, no son claros ni oscuros y por eso me resultan tan bellos. No están definidos, de alguna manera.
Y los ojos gr a a a n d e s. No ojos de huevos duros, sino grandes, pero con esa expresión gatuna que algunos ojos tienen. A veces también ojos redondos pero con alguna forma que los haga especial para mí (que puede no resultar especial para los demás).
Cuando hablé de brillo me refería a ojos vivos, alegres o apagados, que de alguna manera me atraen como moscas a la miel. (Ya nombré la miel dos veces, alerta) Es dificil definirlos... Son muy particulares. Porque quizás a otro no le dicen nada y a mi si, o al revés.
Hasta ahora, dos pares de ojos me dejaron sin habla. Unos miel felinos, grandes pero no exageradamente grandes, de pestañas muchas y oscuras. Bellísimos. Y unos marrones redondos, grandes, con un color hermoso que me encantaría que Facundo herede. Muy expresivos. En esos ojos marrones vi   T O D O.
Y la mirada de los ojos. ¡No hay nada más expresivo que los ojos! Las mentiras y las verdades están ahí todas. Todos los sentimientos, los gustos, disgustos, las broncas, los placeres. Todo.
Todo lo que nos pasa o sentimos. No hay forma de ocultárselo a los ojos, no hay forma de no demostrarlo. Somos ojos. Todo ojos.
El día que los ojos dejen de resultarme asombrosos, voy a empezar a sospechar de los míos. Seguro estén comenzando a comportarse como unos resentidos...

1 comentario:

Unknown dijo...

Los ojos son apasionantes, pero lo mío son las manos.