sábado, 10 de noviembre de 2012

Una canción, inspiración.


"Recordé sus gustos, conversación astral, las canciones que oíamos, su cuerpo lunar, refugio celestial, y el PH de su saliva. Y me subí... Y me subí."   
Era el verano del dosmilalgo. Lo llamé, teléfono público mediante, y me cantó esa canción con su guitarra y su voz. No olvidé más ese momento. 
Él era tan hermoso y yo tan imperfecta como hoy. Él era todo lo que yo quería, y yo un reemplazo de quién él quería. Las cosas no funcionaron, su amor me era ajeno, el mío hacía estallar mi ego. No volvimos a vernos. 
Años, y una disculpa. Volver a ser nada, pero esta vez sin sufrir. "La persona que me va a gustar siempre, pasen los años que pasen, las cagadas que se mande. Siempre me va a gustar, porque es perfecto en su imperfección, es sensual en todo ¡y tiene esos ojos tan hermosos!", mi discurso. El suyo no me interesa más. 

Los años parecen repetirse, y ahora entiendo todo. El eterno retorno... y vos tenés razón en todo.


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